Cualquiera que tenga niños pequeños ha podido observar los cambios y procesos de adaptación que han sufrido desde el inicio del confinamiento por el COVID-19, aunque los niños son más resistentes a las consecuencias psicológicas no son completamente inmunes a sufrir algunos síntomas.
De esta forma, en el periodo de adaptación de la fase 0, con el aislamiento y la pérdida de ejercicio físico libre, pudimos observar cambios de humor, rabietas, desobediencia, llanto espontáneo, mayor demanda emocional y alteraciones del sueño, como pesadillas o dificultad para dormir. En este nuevo periodo surgen nuevos síntomas asociados a la readaptación a salir de casa. Después de tanto tiempo sin salir, los niños consideran su casa como un lugar seguro, por lo que es normal que muchos sientan miedo a la hora de salir a la calle a pasear o a jugar.
¿QUÉ ES EL "SÍNDROME DE LA CABAÑA"? ¿CÓMO AFECTA A LOS NIÑOS?
El “síndrome de la cabaña”
no se trata de una patología, sino de una consecuencia psicólogica resultado de la adaptación al aislamiento, es cuando experimentamos miedo a salir a la calle, a contactar con otras personas fuera de la seguridad de nuestra casa, ansiedad a la hora de afrontar esas tareas cotidianas
que formaban parte de nuestro día. De forma que se evita salir al exterior, ya que la misma idea genera ansiedad, nervios y miedo anticipatorio.
En el caso de los niños, hemos de tener en cuenta varios factores, durante 50 días han estado expuestos al mensaje de los adultos de que hay un virus en la calle por lo que no se puede salir y a lo visto y oído en medios de comunicación y conversaciones, eso consiguió una colaboración por su parte, pero ahora es normal que tengan miedo de ese virus.
Además no olvidemos que las salidas a la calle no son lo que ellos esperaban, hay más tensión, vigilancia, mascarillas, los parques continúan cerrados, no pueden jugar con los amigos, ni tocar nada, todo esto activa su instinto de conservación y protección. Por otro lado en estos casi dos meses en casa, los padres han pasado más tiempo con ellos, cosa que ellos disfrutan y agradecen, un tesoro que no quieren perder.
¿CÓMO PUEDO HACER PARA AYUDARLE EN ESTE NUEVO PROCESO DE ADAPTACIÓN?
En gran parte, los niños guían su aprendizaje social en la imitación de conductas, eso les protege y les integra, pero en este caso reciben información contradictoria para ellos, los padres deben ser un espejo de seguridad, la imagen en la que reflejen el estado a imitar, esta imagen consta tanto de los mensajes verbales como de los no verbales, los niños perciben la tensión, los nervios y el miedo en nuestra postura corporal, gestos y tono de voz, por lo que tenemos que hacer un esfuerzo especial por transmitirles confianza y tranquilidad “no te va a pasar nada, estás conmigo”.
Por lo demás en cuanto al miedo a salir
a la calle, es recomendable ir poco a poco, introducir el paseo como parte de la rutina les ayuda a prepararse para ese momento, paseos cortos, no pasa nada por no “aprovechar” todo el tiempo de paseo posible, es preferible estar 10 min pero que sean positivos e ir ampliando el tiempo un poco cada día hasta que se sienta cómodo y por último salir a la misma zona cercana y conocida, anticipar dónde se dirigen les aporta seguridad y sensación de control, iremos ampliando la distancia y variando recorridos según se gane confianza.
También nos podemos encontrar el caso de niños que han ampliado su tiempo de audiovisuales en casa y que no quiere salir por continuar con esa inercia, es recomendable ir reduciendo el tiempo poco a poco, volviendo así al uso habitual. Con las jornadas de teletrabajo es normal emplear estas herramientas para poder conciliar, y en muchos casos todavía no podemos reducirlas a los niveles previos, pero podemos emplear el tiempo de televisión, tablet o móvil como refuerzo por haber salido de paseo, ya que retomar el ejercicio físico es fundamental para la buena gestión emocional infantil.
En el caso de las pesadillas
es bueno hablar con ellos en el caso de que su nivel de comprensión lo permita. En ocasiones se debe al miedo a contagiarse o de que lo haga un ser querido, en otras es por la separación en el caso de la reincorporación al trabajo de uno de los padres, hemos de darles tiempo para gestionar los nuevos cambios. En ambos casos, escuchar
de forma empática, hablar con calma, generar un clima de confianza donde puedan explicar cómo se sienten suele mejorar la situación, por otro lado ayudarles a planificar como mejorar la situación
y mostrarles pleno apoyo en sus capacidades y fortalezas ayuda a forjar y mejorar su autoestima facilitando así el proceso de readaptación.
No debemos olvidar que los cambios bruscos en la rutina para los niños suponen un fuerte choque emocional. Es fundamental transmitirles paciencia, apoyo emocional y tranquilidad. En pocos días mejorará y la adaptación será completa.