El sueño es un proceso fisiológico y natural de nuestro organismo, pero en ocasiones entramos en fases en las que nos es difícil conciliar o mantener el sueño causándonos un malestar en nuestro día a día, irritabilidad, falta de concentración, ansiedad...
No hay ninguna norma sobre cuántas horas tenemos que dormir. La media de la población se sitúa en torno a las 8 horas. Aunque parezca difuso, cada uno debe dormir lo que necesite y solamente él mismo puede ser su norma de referencia.
Hay patrones de sueño largo (personas que duermen habitualmente más de 9h), normal (sueño de entre 6 horas y media a 9 horas) y sueño corto (personas que duermen regularmente 6 horas o menos). Cada uno ha de valorar cuál es su patrón de sueño y ver si este se ha visto alterado.
La finalidad del sueño en general es que nuestro cerebro se recupere de la actividad diurna y consolide aprendizaje y memoria, por lo que si no dormimos correctamente, al día siguiente nuestras capacidades estarán mermadas por la falta de descanso.
¿Cuáles son las causas más frecuentes del insomnio?
Alteraciones en el ciclo vigilia-sueño: Por causa voluntaria o ajena, por enfermedad, jet lag, turnos de trabajo rotativos.
Ansiedad y problemas emocionales: Sufrir una fuerte tensión emocional puede evitar o dificultar iniciar el sueño o mantenerlo, desvelándonos a las pocas horas. Este tipo de insomnio suele desaparecer espontáneamente cuando cesa la causa que lo ha desencadenado o cuando la persona se adapta a la causa (nuevo hogar o trabajo, vida en pareja, vivir solo…), aunque hay personas que interiorizan y somatizan estos acontecimientos más allá de la situación real, por lo que una vez superada la situación que originó inicialmente el problema de sueño, siguen teniendo miedo de no quedarse dormidos y acaban padeciendo lo que se conoce como insomnio psicofisiológico o aprendido.
Condiciones ambientales del dormitorio: Mala climatización, incomodidad y ruido, son factores que nos dificulta tener un buen sueño reparador.
Consumo de fármacos o sustancias excitantes, consumo de alcohol o hipnóticos también pueden ocasionar una pérdida en la calidad del sueño.
Comportamientos de la propia persona
que interfieren en el sueño, como una excesiva activación, cenas copiosas…dificultando la relajación y la conciliación.
Pensamientos
que causan problemas y dificultan el sueño, rumiaciones persistentes que nos impiden conciliar el sueño, tanto de naturaleza ansiosa como preocupaciones.
“El insomnio no es una enfermedad, sino un síntoma”
¿Cómo mejoramos nuestra higiene del sueño?
Es importante entender que hay varios factores que nos afectan a la hora de tener una buena higiene del sueño. Y mejorar nuestro descanso comienza durante el día, hay que tener en cuenta que en general hacen falta entre 4 y 8 semanas para recuperar un ritmo vigilia-sueño estable, de forma que seguir una rutina es fundamental para conseguirlo.
Durante el día
Levantarse a la misma hora cada mañana
independientemente del número de horas que se haya dormido o lo cansado que esté, en caso de haber dormido poco, intente mantenerse ocupado realizando actividades que requieran actividad corporal, evitando las actividades tediosas. No tome decisiones importantes después de una noche de insomnio severo.
Es importante que la hora de levantarse se mantenga durante los 7 días de la semana hasta que el hábito esté establecido.
La cena
debe tomarse entre 2 y 3 horas antes de acostarse, tomar un vaso de leche con galletas antes de acostarse ayuda a algunas personas a conciliar el sueño.
Las sustancias
excitantes como la cafeína
(té, café, coca-cola) no deben tomarse después del mediodía y si la persona es especialmente sensible a esta sustancia eliminarla por completo. El tabaco
primero estimula el sistema nervioso por lo que hay que restringir su consumo al mínimo. En cuanto al alcohol
no debe tomarse en exceso tras la cena ya que favorece el sueño fragmentado.
El ejercicio físico
regular, ayuda a conciliar el sueño por la noche, si este es intenso debe realizarse mínimo 4-6 horas antes de acostarse, si es ejercicio suave, como paseos o estiramientos, podemos realizarlos 2 o 3 horas antes de acostarnos.
La tensión psicológica
empeora el sueño, además las personas afectadas de insomnio son más sensibles al estrés, evite o amortigüe en la medida de la posible las situaciones tensas. La respiración profunda
puede ser de ayuda.
Si padece insomnio la siesta
está completamente desaconsejada.
Rutina nocturna
Tras cenar debe procurarse un periodo de relax. Tómese unos 45 minutos para uno mismo, siéntese solo en una habitación tranquila sin excesiva luz, una vez acomodado, deje su mente libre. Si sobrevienen pensamientos sobre temas importantes que le preocupan, trate de escribirlos, así como las posibles soluciones y los sentimientos asociados. Posteriormente trate de relajarse, sin dirigir su mente. También puede leer algún libro que no sea muy trepidante. Recuerde que 1 hora o media hora antes de acostarse puede tomar algo de leche y alguna galleta.
La hora de acostarse la marca la sensación de cansancio, esto es muy importante, no se marque una hora fija para acostarse, acuéstese únicamente cuando sienta que está cansado o que tiene sueño, es importante seguir siempre una misma rutina, ducha, cepillarse los dientes, poner el pijama…, procure crear un ambiente que favorezca el sueño, sin ruido, temperatura agradable, cama y almohada cómoda. El uso de medicación para dormir, ha de reservarse para ocasiones especiales (máximo 2 noches por semana), salvo prescripción médica, ya que si se usan de forma sistemática pierden eficacia.
"El sueño debe vencerle a usted, no usted al sueño."
Debe tener en cuenta que cuanto más empeño ponga en tratar de conciliar el sueño, más difícil será que lo consiga.
¿Cómo hago para evitar caer en la rutina de siempre?
Hay una serie de pautas que pueden ayudar a controlar casi todas las situaciones posibles.
1. No mire el reloj y aléjelo lo máximo posible.
2. Deje que el adormecimiento sobrevenga.
3. Si tras 10-20 minutos, no se ha dormido o no nota somnolencia, levántese de la cama, vaya a otra habitación y trate de relajarse leyendo un libro, viendo un programa tranquilo de televisión o realizando alguna afición. Cuando de nuevo se sienta cansado, vuelva a la cama. Si no se duerme en 10-20 minutos, vuelva a levantarse y repita los pasos anteriores.
4. De esta forma, usted aprenderá a asociar la cama y el dormitorio con el sueño. No lea, coma, trabaje, etc. en la cama. La cama debe reservarse principalmente para dormir.
5. Si se despierta por la noche, no se levante de inmediato (salvo que precise ir al baño), no mire el reloj, trate de dormirse de nuevo, pero si no lo consigue en 10-20 minutos, debe proceder como en el punto 3.
6. Independientemente del tiempo que haya dormido o de lo cansado que se encuentre, levántese a la misma hora.
Es importante recordar que crear un hábito conlleva algo de tiempo y paciencia, permítase un margen de entre 4 y 8 semanas para ver los efectos. Mucho ánimo y buen descanso.